¡Me pasa cada cosa...!

Esta vida tan ajetreada que llevamos nos hace vivir situaciones de lo más...especial.
Te invito a pasar un rato leyendo las que me han ocurrido últimamente.

                            

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Espero que os guste la forma en la que está escrito, porque es un estilo muy especial.

Mil gracias por seguirme



ÍNDICE (HAZ CLICK EN EL TÍTULO DE CADA ENTRADA PARA IR A ELLA)

ENTRADA 1: EMPEZAMOS A CONTAR. 
                       MÚSICA: SINGLE LADIES (BEYONCÉ)

ENTRADA 2:  MALOS TIEMPOS PARA BUSCAR CURRO.
                       MÚSICA: THIS IS THE LIFE (AMY MACDONALD)

ENTRADA 3: PRISAS, JALEO,AGOBIO, GENTE, GENTE, MÁS GENTE.
                       MÚSICA: WOMAN DON´T CRY (BOB MARLEY)

ENTRADA 4: CON AMIGAS ASÍ NO HACEN FALTA ENEMIGAS
                       MÚSICA: DON´T WORRY, BE HAPPY (BOB MARLEY)

ENTRADA 5: YO SOY ASÍ Y ASÍ SEGUIRÉ
                        MÚSICA: ¿A QUIÉN LE IMPORTA? (ALASKA)

1-EMPEZAMOS A CONTAR

Hoy he empezado a leer otra novela de amor y lujo que son las que más me gustan porque se sufre algo, pero sin pasarse, lo que no sé es cuándo la terminaré, porque tiene un volumen que no veas.

Y yo que quería descansar un rato... todavía no he encontrado una postura en la que podamos acomodarnos los dos, el libro y yo. Todo el amor que no se encuentra por la calle debe de estar metido aquí dentro y por eso abulta tanto.

“María de la Riva no se ajustaba exactamente al patrón de belleza que estaba de moda, pero eso era algo que parecía no importar demasiado a la corte de hombres que la cortejaban de continuo...”

¡Hay que ver la suerte que tenía esta chica! No es fácil que pasen esas cosas, pero bueno, se supone que las novelas están para eso, para hacernos vivir historias que no son frecuentes en la vida real, igual que pasa en las películas, porque si los escritores o los guionistas de cine no le echasen un poco de imaginación al asunto, seguro que no comían caliente ni dos días seguidos...


2-MALOS TIEMPOS PARA ENCONTRAR "CURRO" (Estará en el Caribe...)

Hacía mucho tiempo que buscaba trabajo cuando por fin encontré el que ahora tengo. Cansada de mirar cada día los periódicos, creí que nunca iba a conseguir nada, que no iba a lograr algo tan lógico como poder trabajar para vivir, aunque ahora ya no tengo tan claro que sea así, dudo que poco a poco no se esté convirtiendo en lo contrario, vivir para trabajar.

Estaba desesperada, y no es que no tuviese para comer, pues en casa de mis padres nunca me faltó de nada, pero llega un momento en la vida en que parece que “hace feo” seguir viviendo con los padres y sobre todo, de los padres. Me gustaba pensar en tener mi propia vida, en poder pagar mis gastos y no ser una carga para nadie. Ellos, por supuesto, jamás me han dado a entender que lo sea, siempre fui su “tesoro”, pero me seguían viendo como a una niña, y con todo el cariño que les tengo, creo que a mi edad (¿he comentado el pequeño detalle de que tengo treinta años?) ya no pueden vivir pendientes de si entro o salgo, de si llego pronto o tarde.

Necesitaba una vida propia, quería asumir riesgos, responsabilidades, equivocarme o acertar, no lo sabía, pero al menos, intentarlo.

3-PRISAS, JALEO, AGOBIO, GENTE, GENTE, MÁS GENTE...¡QUÉ BONITO!

       Una vez situada laboralmente, sólo me faltaba tener un alojamiento, porque mientras encontraba trabajo, iba y venía todos los días al pueblo, a casa de mis padres, pero eso no era plan, yo quería tener mi propia casa, poner las cosas a mi gusto y disfrutar de mi propio espacio, por eso pensé que lo mejor sería comprar un pisito, aunque no fuese muy grande, porque mi hucha estaba sin fondos, pero bueno, como todo el mundo tenía una hipoteca, yo no iba a ser menos, si ya hasta parece que hace mal efecto no deber dinero a ningún banco...
            ¡Angelito! ¡Qué inocente! Esa fue mi mayor decepción, tenía la idea de que el que quiere comprarse algo y no tiene dinero, puede acudir a los bancos para que se lo presten, sólo hay que tener una nómina para poder hacer frente a la deuda.
            Eso era lo que yo pensaba, claro, “los bancos están para eso ¿no?” decía muy convencida. Pues no, claro que no, ahora sé que los bancos están para que tú pongas allí tu dinero y ellos puedan trabajar con él.
            Era la primera vez que me veía en el trance de tener que pedir dinero, y me sorprendió saber que para que te den un préstamo, antes hay que demostrar que tienes más de lo que pides. ¡Pero bueno!, si lo tuviese ¿para qué se lo iba a pedir a ellos? No lo entiendo, los bancos prestan dinero a los que no lo necesitan porque ya lo tienen, ¿es así? ¿Es eso? ¡Pues vaya un negocio! Así no se puede, porque a pesar de todo, y suponiendo que logres demostrar lo que te piden, o que consigas engañar a algún infeliz para que te avale (sabiendo que le esperan veinte años de insomnio por si tú no cumples y le toca cumplir a él), aún así, sólo se dignan a prestarte una parte de lo que ellos juzguen que vale el piso.

4-CON AMIGAS ASÍ NO HACEN FALTA ENEMIGAS

   En una mesa, al lado de la mía, había una chica que tecleaba sin parar en su ordenador, mientras masticaba chicle y canturreaba algo al mismo tiempo.
-¿Tú eres la nueva?- preguntó sin dejar de escribir, o sea, sin mirarme si quiera.
-No. ¡Digo sí!- dije yo algo extrañada de que alguien se dignase a hablarme.
-Bueno mujer, no te preocupes, si no sabes algo, pregúntame a mí ¿vale?

-No sé nada, quiero decir…nada de nada.
Se ve que se me notaba mucho que estaba hablando en serio, porque dejó de escribir y se me acercó.
-¡Bueno, bueno! Pareces asustada, “tranqui”, chica, ven conmigo, no te cortes, voy a presentarte a la gente. Yo soy Marta, esta de aquí es Lola, aquel es Jose, y aquella Encarnita. De momento no te voy a presentar a nadie más porque te vas a hacer un lío con los nombres, ya les irás conociendo a todos, no sufras, en nada de tiempo te pones al día-dijo sin dejar de masticar el chicle.
-¡Hola! Soy Puri
Y según dije aquello, respiré, me sentí otra vez una persona normal y corriente, y no un ser invisible como me había creído por unos minutos mientras todos seguían a lo suyo sin darse ni cuenta de que yo estaba allí.
-Sí, ya lo sabemos-dijo la tal Encarnita- la encargada nos dijo que en lugar de Sonia, vendría María de la Purificación.
¿Sería que estaba yo un poco susceptible o que realmente se le había notado un cierto retintín en su tono de pronunciar mi nombre?

Ya lo sé, ya sé que lo mío no es un nombre, que es una venganza, pero ¿qué le voy a hacer? Yo creo que mis padrinos, como eran católicos, quisieron descargar toda la pureza que les embargaba, y al no tener hijos, la descargaron conmigo poniéndome este nombre. A veces hasta se me ha olvidado de tan acostumbrada como estoy a oírme llamar sólo Puri, pero cuando alguien me recuerda mi nombre completo, y sobre todo cuando detecto cierto cachondeo al decirlo, no sé por dónde atacar.
-Sí- dije la mar de airosa-pero todos me llaman Puri, es más corto.
-Y más discreto- apostilló ella, como si llamarse Encarnita, que tampoco era su nombre completo, fuese para tirar cohetes.

5-YO SOY ASÍ, Y ASÍ SEGUIRÉ (o esa era la idea, claro)

La instalación de Marta en casa, me supuso añadir un nuevo cambio a mi vida, por si ya eran pocos.

Tengo que reconocer que en más de una ocasión me arrepentí de haber abierto la boca para ofrecerle hospitalidad, es tan diferente a mí que a veces pensé que el apartamento iba a explotar al albergar, en un espacio tan pequeño, dos mundos tan diferentes, dos personalidades tan distintas.
En realidad, aquí, en mi casa, estuvo poco tiempo, porque el encargado del edificio nos dijo que en tres o cuatro semanas quedaría libre otro apartamento y podría ocuparlo ella. Marta se puso contentísima y dio por hecho que aquellas tres o cuatro semanas podía quedarse conmigo, sin darme la oportunidad de ser yo misma quien se lo ofreciera. Ella es así, las buenas formas, los circunloquios y los formalismos no existen en su vida.
Así que vi cómo de pronto, mi nevera se llenó de productos light, de leches supervitaminadas y enriquecidas con todo lo que uno pueda imaginarse, de yogures bajos en calorías, de quesos sin grasa, jamón sin grasa, cosas integrales... una pena, vamos.
De igual manera, el cuarto de baño se convirtió en un conglomerado de leches limpiadoras, tónicos rejuvenecedores, cremas anticelulíticas, bronceadores que no necesitaban el sol para broncear y geles de baño con leche, cereales, miel...vamos, que con cuatro galletitas daban ganas de desayunárselo más que de meterse a la bañera con él.
Yo me maravillaba al ver la metamorfosis que se producía en ella cuando entraba al aseo. Al despertar era una persona normal, quiero decir que se despertaba como todo el mundo: con el pelo revuelto, los ojos hinchados, legañas y las marcas de las arrugas de la sábana cruzándole la cara sin piedad, pero cuando salía del baño era otra. Eso sí, aprendí a espabilarme por la mañana para entrar antes que ella, porque si no, podía hacerme vieja esperando que terminase, pero tengo que reconocer que salía transformada.

6-NI EL CAMAROTE DE LOS HERMANOS MARX

Hay que reconocer, por estúpido que parezca, que sólo sabemos apreciar las cosas en su valor auténtico cuando ya no las tenemos, aunque las hayamos tenido durante años a nuestro lado sin prestarles atención.
Yo misma aprendí a valorar mucho más todo lo de antes cuando dejé la casa de mis padres. Desde entonces, lo que era rutinario pasó a ser festivo, y cuando los domingos voy a comer con ellos, me sabe a gloria la comida de mi madre,
a la que antes no hacía ni caso, aunque sólo sea por no tener que hacerla yo (que no es sólo por eso, porque mi madre guisa de vicio).
Las primeras veces, cuando volvía al pueblo los fines de semana, me encantaba encontrarme con los amigos de siempre y pasar el rato por ahí, contándonos novedades, pero después, poco a poco, la distancia física, el vivir en sitios tan distintos, y el ir perdiendo cosas en común, terminan por afectar a la amistad y ves cómo todo se va enfriando, tienes que irte adaptando a la nueva situación, y por difícil que parezca al principio, te vas dejando envolver por el mundo en el que vives.
La presencia de Marta en casa también influyó en eso, como lo hizo en casi todo, hubo más de una vez en la que tuve la impresión de que aquel apartamento era más grande de lo que pensaba, sólo de ver la cantidad de gente que cabía allí dentro. Era una situación muy curiosa, pues yo veía mi casa llena de amigos a los que ella invitaba con toda naturalidad, sin conocerles yo de nada.
Desfilaron por el piso todos los componentes de su grupo habitual de gente, los compañeros más allegados de la oficina y hasta algún pariente...

7-SOPLAN AIRES DE CAMBIO

    Aunque dicen que es un sentimiento muy español, yo creo que la envidia tiene que haberla en todos los países, además, incluso hay ocasiones en las que puede resultar beneficiosa si sirve para conocernos mejor a nosotros mismos, y eso fue lo que me pasó a mí.

No es que me hubiese creído nunca una mujer exuberante porque no lo soy, pero bueno, tampoco me había torturado con el tema, me parece que en el aspecto físico las opiniones son muy subjetivas y aunque siempre supe que no llegaría a “Mis Universo”, tampoco me planteé cortarme las venas por ello. Después de treinta primaveras encontrando el mismo cuerpo frente al espejo (cada vez un poco más estropeado, eso sí, porque por duro que sea, los años no pasan sólo para los demás), una termina, si no aceptándose del todo, como mínimo, acostumbrándose.
Nunca pude entender a la gente que sacrifica toda su vida para conseguir un cuerpo ideal. Ideal ¿para quién? Para los demás, para estar a la moda, para el escaparate...Porque si nos vamos unos años atrás, cuando la moda era estar bien entradas en carnes y cuanto más blancas mejor, más de cuatro finústicas de estas de ahora, que encima se tuestan al sol como una chuleta en la brasa, en aquella época harían el ridículo ¿no? ¿Alguien se imagina a Rubens pintando “Las tres anoréxicas” en vez de sus “Tres Gracias” bien orondas? ¿A que no?  O a Botero sin sus imágenes de gente entrada en carnes. Pues eso, está claro que lo de la moda es una tontería.

No puedo entender cómo puede uno perderse los pequeños placeres de la vida, desde un chocolate con churros hasta una buena siesta después de comer, y encima pasando calamidades, porque se machacan con el gimnasio, el footing, las pesas, y todas las demás torturas chinas que emplean para satisfacer su obsesión de quemar calorías.
Pero ¿qué calorías van a quemar si no comen nada más que cuatro pijaditas light? Que vamos, yo no soy glotona ni digo que haya que serlo, pero donde esté la comida de verdad, que se quiten esos engañabobos.

8-ACLIMATARSE O ACLIMORIRSE

     El ritmo que seguíamos en la oficina de la inmobiliaria era supersónico, y no tardé mucho en darme cuenta de que llevarlo todo al día era una bonita ilusión, pero como tantas otras, imposible de alcanzar.

 Al principio  me sentía mal y echaba horas como una tonta, pero llegó un momento en el que me mentalicé de que si el mundo no se caía porque los demás compañeros tuviesen su trabajo almacenado, tampoco se iba a caer si yo tenía el mío ligeramente atrasado, es más, empecé a sentirme ridícula al pretender ser la única que lo tuviese todo en perfecto estado de revista, y cuando decidí trabajar a buen ritmo, pero hacer sólo lo que era humanamente posible dentro de mi horario, fue cuando mejor me sentí.
               No tardé mucho en conocer a todos los compañeros, al salir del trabajo nos íbamos a tomar unas cañas (bueno, yo, unos mostos) y con eso y unos cuantos chistes se relajaba el ambiente y nos despedíamos del estrés hasta el día siguiente.
              Incluso las idas y venidas hasta la oficina cambiaron de color, y nunca mejor dicho.

Marta y yo empezamos a ir en coche todas las mañanas, como dos señoras, y todo porque Nelson, el “boy”, el morenazo de Marta, había alquilado un deportivo de infarto, y disponía de todo el día libre porque su horario era más bien nocturno, claro, por lo que empleaba su tiempo en hacer de taxista para Marta y por lo tanto, yo me apuntaba, que para eso éramos vecinos todos ¿no? Y digo todos, porque Nelson se había afincado definitivamente en casa de Marta, y eso tenía muchas ventajas porque además de habernos permitido abandonar los agobios mañaneros del transporte público, seguía permitiéndonos pasar muchas tardes juntas, y es que el chico, aunque estuviera como un queso, necesitaba dormir, que para eso se pasaba las noches en vela.


9- EN BOCA CERRADA...

     No sé si leer tantas novelas  me beneficia o no, pero es que son tan apasionantes que no me puedo desenganchar de ellas. Ahora estoy leyendo una que se centra en la corte de Enrique VIII, hace no sé cuántos años, cuando andaban con aquellos vestidos de miriñaques y toda esa parafernalia que menos mal que desaparecieron, porque si tuviéramos que ir con ellos ahora, en hora punta metidos en los autobuses o en el metro, daría gusto vernos.
                   ¡Y qué fiestas daban! Con tanto detalle y con tanto teatro, porque luego, por detrás, se ponían verdes, o sea, más o menos, como ahora, porque en mi casa, se seguían dando fiestas, sin miriñaques, sin tanto lujazo, pero con teatro también, porque criticar, criticaban lo suyo, a la misma de siempre, claro: a mí.
                Y es que, mi forma de ver las cosas era tan distinta de la forma de verlas la mayoría de ellos, que resultaba inevitable que saltase la chispa, pero bueno, ya me iban conociendo y me da la impresión de que tampoco es que le hiciesen mucho caso a mis opiniones, porque de todo el grupo, yo era la…menos moderna, por decirlo de alguna forma.
                   Una de las veces que pasará a la historia, al menos, a la mía personal e intransferible, fue cuando Encarnita  se despidió de la oficina.

10- ¿QUIÉN ES ESE HOMBRE?

    Por fortuna, en la vida unas cosas van dejando paso a otras, y no hay nada mejor que un imprevisto para que deje de tener importancia lo anterior y todo el mundo pase a ocuparse de lo más nuevo. Es como cuando te duele mucho una muela y estás que no paras, hasta que el dolor llega al oído y entonces lo de la muela pasa a un segundo plano.

Lo que vino a relevarme de la portada de la prensa sensacionalista entre mis compañeras fue que al irse Encarna, quedó un puesto vacante en la oficina, y la pregunta del millón, era quién ocuparía ese lugar. Por fin yo iba a dejar de ser la nueva, porque por muy integrada que estuviera, seguiría siendo “la nueva” aunque llevase allí noventa años si nadie me quitaba el título.
Además de la lógica curiosidad por saber quién iba a ser nuestra nueva compañera, también estaba lo del trabajo, porque al faltar una, había que repartirse su tarea entre todas, y como ya andábamos muy justas, la situación nos desbordaba.
Pasaron un par de semanas hasta que la encargada, que de vez en cuando se daba un garbeo por nuestra sección, supongo que para controlarnos, porque otra cosa no hacía, nos dijo que la vacante se había cubierto.
-Ya tenéis nueva compañera, el director la contrató hace un par de días y creo que empieza mañana, se llama María, me parece, María Moreno. Ya podéis echarle una mano.
En aquel momento me acordé del primer día que empecé a trabajar allí, de lo mal que lo pasé, y de la sensación de estupidez que tiene uno cuando no sabe ni por dónde empezar, ni siquiera a qué tienes que empezar, así que me prometí a mí misma, que iba a ayudar a aquella chica para que se sintiese bien, para que desde el primer día estuviese a gusto entre nosotros.
Apenas hacía unos meses que yo formaba parte de la plantilla y ya me sentía como una anfitriona, capaz de ayudar a otra persona, está claro que todo en la vida es relativo, depende de con quién te compares.

Todas estas buenas intenciones tenía yo cuando llegó el día siguiente, en el que la tal María iba a presentarse, me sentía en plan O.N.G., no sé, arrebatos que le dan a una, cuando al llegar por la mañana a la oficina, nos encontramos sentado en el sitio de Encarna, o sea, dos mesas delante de mí, a un tío.
Bueno, aquello no era un tío, era un padre, un hermano, y yo me quedé mirándole como una prima, a lo "Pasión de Gavilanes", vamos, preguntándome quién era aquel hombre.
-¿Y este quién es? –dijo Marta que se preguntaba lo mismo, pero yo me callo y ella lo suelta.
-¡Hola! ¿Qué hay?- dijo él, saludó o qué sé yo.
“¿Que qué hay?”me preguntaba yo a mí misma, “pues hay…que ver los despertares que tienen algunos días, y hay que ver la cara que tiene este hombre, bueno, la cara y todo lo demás…”
-Soy…bueno, el nuevo compañero, empiezo hoy.
-Nos habían dicho que venía una tal María Moreno, o algo así.
-¿María? No, no, ha debido de ser un error, yo soy Mario, Mario Moreno.
-¡Coño, Cantinflas!- fue lo primero que se me vino a la mente, y así lo solté claro, porque yo, es lo que tengo, que digo lo que pienso, pero no pienso lo que digo.

11- INTENTO FALLIDO. ABORTAMOS EL OPERATIVO.

   Aunque no soy partidaria de quedarme anclada en el pasado, de vez en cuando no está mal echar un vistazo atrás y ver la evolución, que a veces ha sido positiva, y otras, deja mucho que desear. Todo es válido, porque de todo se aprende, lo importante es saber reconocer cuándo uno ha metido la pata y en esto soy experta pues he tenido múltiples ocasiones de comprobarlo a lo largo de los años que llevo ejerciendo de persona.

    El cambio mayor que he notado desde que vivo fuera de la casa de mis padres y del pueblo, ha sido que lo de tener treinta años y estar soltera, aquí no tiene mayor trascendencia, mientras que allí sigue muy arraigada la idea de que la mujer, por mucho que haya progresado, ha nacido para casarse y tener unos hijos a los que cuidar.
    Me ha pasado cantidad de veces eso de que algún amigo o pariente llegase a casa de mis padres y nada más verme soltase la preguntita:
    -Pero Puri ¿no te has casado todavía?
     Lo que más me molestaba era ese “todavía”, que indicaba claramente que para ellos, se me estaba pasando el arroz, por eso, cuando después se fueron enterando de que vivía sola, lo entendieron como una especie de renuncia al matrimonio, o sea, que no había  nacido el valiente que quisiera cargar con Puri y por eso no me quedaba más remedio que resignarme y quedarme como ellos ya habían vaticinado “solterona”.


12- ¡PERO QUÉ PILLADA ESTOY!



 Me sentía sola, esa es la verdad. Marta estaba a partir un piñón con su Nelson, y de las otras compañeras, la que más y la que menos, todas tenían algo entre manos (en el mejor sentido de la palabra, bueno, o en el peor, según se mire), con lo cual, yo era como esas piezas de un puzle que no encajan en ningún sitio y van quedando ahí, a un lado, a ver si al final logras ponerlas en alguna parte...
 Nunca me había obsesionado tanto como entonces con la idea de no haberme “estrenado” todavía (sexualmente hablando, se entiende), está claro que todo depende de las personas y el ambiente en el que se esté.
  Cuanto más baja está la edad de inicio de las relaciones sexuales, más alejada me veía yo de ella y aunque el instinto de supervivencia me decía que no pasaba nada, que también la esperanza de vida había aumentado, con lo cual, tenía más tiempo por delante para actualizar “mis bajos”, sinceramente, no era capaz de imaginarme con ochenta años y llevando una vida de orgía y desenfreno para recuperar el tiempo perdido.
 

13- ¡LO QUE HAY QUE VER...Y QUE ENSEÑAR!


  ¡Las cosas que hay que hacer para incorporarse a la vida moderna!
  Si me lo hubieran contado antes, no me lo hubiese creído, jamás hubiera pensado que yo fuese capaz de hacer todas aquellas filigranas para "actualizar mis circuitos" por decirlo de un modo elegante. Mira que si después de todo aquello volvía a ponerse de moda la virginidad…

  Porque las modas van cambiando ¿no? Todo lo antiguo vuelve: se llevaron hace mil años los pantalones pitillo, y ahora se vuelven a llevar. También hubo una época en la que la señoras eran todas entradas en carnes y blanquísimas, después había que estar negras como un tizón y delgadísimas, y ahora ya empiezan a avisarnos de los peligros del sol y cada vez hay gente más blanca, así que, de la misma manera podría volverse a llevar esa frase mítica de "esperar hasta el matrimonio", ¿no?
 Bueno, como estar a la moda nunca me importó demasiado, estaba decidida a llegar hasta el final, con todas las consecuencias que pudiera traerme más tarde.
 -Tienes que ir al ginecólogo- me dijo Marta muy seria.

14- RAZONES TIENE EL CORAZÓN...

   Cuando me vi sin la ropa, y en aquella especie de media camilla, con una pierna en Huelva y la otra en Alicante, y con un foco de luz alumbrando sin pudor lo que tanto tiempo había estado a oscuras, me sentí como la rana Gustavo.
  La enfermera me tapó con la sabanilla, pero fue una tontería porque lo primero que hizo el médico cuando entró allí, con aquel esbirro flacucho, fue retirarla, y lo primero que hice yo fue pensar “¡Tierra, trágame!”
  El tío enfundó sus enormes manazas en unos guantes de goma y cogió un aparatejo que parecía el pico de un pato, un pato bastante grande, un pato con mucho morro, vamos.
  -Bueno, bueno- dijo el muy iluso dándome unas palmaditas en la pierna que yo tenía completamente tiesa- tienes que relajarte un poco ¿eh?
  ¡Pistonuda estaba yo para relajarme! Tenía los ojos apretados para no ver nada, me mordía los labios para que no se me notase que me temblaba la boca, las manos aferradas a unos hierros que no sé ni cómo no les partí por la mitad, y la espalda rígida por completo, y en esa tesitura el otro quería que me relajase…
  -Respira profundo, mujer, esto no es nada.
  “¡Tu padre va a respirar profundo!” pensé. Si no me cabía ni un soplo de aire dentro... Abrí un poco un ojo a ver cómo iba la cosa, el más mayor estaba sentado delante de mí, entre mis rodillas, como el que está en el cine, y el otro, de pie, sin perder ojo, para que luego digan que no se fijan.
    Cuando estábamos en pleno trance, llamaron a la puerta. “El del butano”, pensé. “Que pase, hombre, que pase, total, ya… uno más...”, pero tuve suerte, era otra enfermera de debía de pasar por allí, y al ver luz, entró. Vamos, que sólo les faltó echar un cigarro y tomarse unas copitas a mi salud, mientras yo seguía intentando relajarme, sin conseguirlo, claro, y el vejete se despachaba a gusto por mis interioridades.
   Cuando por fin dijo “puedes vestirte”, me bajé de aquel trono tan deprisa como pude y me vestí pensando que una vez superado aquello, lo que me faltaba a mí para dejar de ser virgen, debía de ser pan comido.


15- DEVÓRAME OTRA VEZ

                   Las opiniones que Mario suscitaba entre los compañeros eran de lo más variadas según cómo les hubiese ido con él.
  -Es un tío fenomenal-decía Maria José, que había quedado para ese día con él.
  -Es un imbécil- decía Chelo, que sólo había salido con él dos días y la había dejado a ella para salir con Maria José.

-Es un gilipollas – opinaba Juanjo, que no le tragaba y que había pasado semanas tratando de convencer a Chelo para que saliese con él, y a la que Mario había convencido en dos segundos.
  Yo me hacía la loca y no me pronunciaba sobre él, porque lo que a mí me inspiraba Mario, era muy distinto de lo que ellas comentaban, y ni podía decirlo abiertamente, ni era tan buena actriz como para limitarme a  soltar la típica chorradita de lo bueno que estaba. Pero claro, como todos me veían como la estrecha y anticuada Puri, les resultaba normal que no me hubiese fijado en él, vamos, es que ni se les pasaba por la cabeza que yo tuviese ojos y mucho menos, corazón.

  Lo que más me preocupaba era saber qué había de cierto en lo que iban contando, porque para una era un caballero porque no había intentado nada, aunque luego le ponía verde cuando le veía con otra, mientras que no faltaba quién daba pelos y señales de una noche de auténtica pasión desenfrenada a su lado.
  El, desde luego, no soltaba prenda, decía que le gustaba tener muchos amigos y nada más, siempre sonriente y bromista, era una persona que fácilmente se hacía el centro de cualquier reunión en un momento por su conversación amable y su galantería con las mujeres.
  Lo malo fue cuando empezó a correr el insistente rumor de que Ana, una chica a la que yo casi ni conocía  porque trabajaba en la planta de arriba, con la que teníamos poco contacto, había empezado a salir con él de forma habitual.     Me pareció preocupante, porque aunque me dolía saber que andaba tonteando por ahí, era distinto si ya pasaba a algo serio delante de mis narices mientras yo me quedaba tan tranquila viendo cómo me le arrebataban sin que hubiese tenido ni siquiera una oportunidad.

16- ¿CAMBIO DE LOOK?

   
    Como se comprenderá, después del fracaso de aquel día infortunado, me sentí totalmente derrotada, sin ganas para seguir adelante, sin poder imaginarme qué otra nueva idea podría urdir para lograr sentirme mejor, salir de aquella especie de depresión en la que me estaba dejando caer poco a poco.
  Estaba haciendo esfuerzos inimaginables en mí sólo por captar la atención de Mario, algo que, encima, no estaba consiguiendo. El grado de insatisfacción personal por mi actitud crecía al mismo ritmo que la atracción por aquel hombre que cada vez pasaba más de mí, pero por más que intentaba consolarme pensando que no me merecía en absoluto, la verdad se imponía con su peso aplastante para dejarme bien claro que me mereciese o no, a mí lo único que me apetecía era estar a su lado, darle un achuchón, un beso de los de película y todo lo que hiciera falta, algo que por mucho que desease, sólo ocurría en el limitado espacio de mi imaginación.

17-NI OFICIAL, NI CABALLERO



     Pasé dos días metida en la cama, más por el estado anímico en el que me encontraba que por el asunto de los ojos, que, afortunadamente, evolucionaban bien. Cuando me decidí a retomar el ritmo normal de mi vida, si es que yo había tenido alguna vez una vida normal, no me resultó nada fácil.
     Mi futuro no se presentaba muy luminoso, lo único que tenía claro era que por mucho que uno intente cambiar, hay personas que nacen con estrella y las hay que nacen estrelladas, y yo era de estas últimas.
    De nada valió toda la buena voluntad que puse ni el despilfarro que hice, yo siempre sería como los demás me veían, una estrecha, una anticuada y una panolis y no lograría jamás contarme entre el resto de la gente como una más.

    Cuando me levanté de la cama y vi en la sala todas las bolsas llenas de ropa que me había comprado, me dieron ganas de tirarlas por la ventana, no sabía qué hacer con ellas, aquello ya no me servía para nada como no fuese para recordarme que había tenido una tarde en la que otra Puri se metió dentro de mí y se paseó por ahí con mi cuerpo, otra Puri llena de ilusión, que pensó que podía cambiar, que soñó que con una capa de maquillaje se podían tapar no sólo las imperfecciones de la piel, sino también las de la mente, una Puri que quiso ser moderna y hasta atractiva y se quedó en mema, en payasa, y que lo único que logró fue que sus sueños de grandeza se estrellasen contra el suelo.

18- ¿LIBROS DE AUTOAYUDA A MÍ?


         Mira que hay libros para mejorar la autoestima en el mercado, y mira que yo no fui nunca amiga de ellos porque me parecía que una cosa era la teoría y otra la práctica, pero al final, caí.
   “Cómo aceptarse a sí mismo”, “Cien maneras de quererse”, “Mi autoestima y yo”, “¿Dónde está mi orgullo?”

     Cualquiera de ellos era efectivo mientras lo estaba leyendo, porque me identificaba con muchas de las cosas que allí se decían, algunas veces pensé que los habían escrito especialmente para mí, porque se mencionaban características de las personas  que tenían baja autoestima, y no era que yo tuviese alguna de aquellas características, es que las tenía todas. Otras veces pensaba que si había en el mundo tanta gente que se identificaba con ese tipo de libros, yo no era más que una de tantas, bastante poco original, por cierto, porque de seguir así, lo normal sería que nadie tuviese la autoestima en su sitio. Estaba claro que si los autores continuaban escribiendo libros del mismo tema, era porque los vendían bien, y si eso ocurría era porque había mucha gente que los necesitaba, como yo, o sea, que hasta en eso era una del montón.
       Como se ve, los efectos que producían en mí ese tipo de terapias, eran todo lo contrario de lo que se pretendía, así que, dejé de comprarlos para volver a leer mis novelas de siempre, las que no te suben la autoestima, pero bueno, tampoco te la bajan, simplemente te distraen un rato en el que dejas de darle vueltas al coco y ya está, sin más complicaciones, sin intrigas, porque todas acaban igual. Tal vez no resuelven los problemas, pero tampoco los crean, a menos que se sea una ilusa, o sea, a menos que se sea...como yo.

19- LAS DURAS TAMBIÉN LLORAN

       Además de que nadie me vio llegar con Mario, luego no hicimos ni un solo ruido, nada de preparar escándalos, música, jaleo...nada, yo soy aburrida hasta para eso, ni siquiera las noches de fiesta me salen toledanas.
    Procuré aparentar indiferencia, vamos, como si estar allí solos, aquel pedazo de hombre y yo, fuese para mí lo más natural, pero luego me lo pensé mejor y decidí que tampoco había que pasarse demasiado, a lo mejor tanta indiferencia no era buena. “En el término medio está la virtud” que me decía mi madre cuando era pequeña., claro que prefería no recordar a mi madre en aquel preciso momento, y además, tampoco quería acordarme del término medio, en el que llevaba posada toda la vida y así me había ido,  ya me la jugaron buena poniéndome de nombre “Purificación”, que parece que me predestinaron, menos mal que no se les ocurrió ponerme de segundo nombre “Inmaculada”, porque vamos, me rematan.
    -Verás, Puri, te preguntarás a qué viene tanto misterio- dijo justo cuando estaba a punto de agarrarle por el cuello y hacerle que “cantara” ya de una vez.
     -No, hombre, tranquilo- mentí como una bellaca.
     -Llevo mucho tiempo queriendo decírtelo, pero en realidad, no me he atrevido.
      La cosa estaba seria, el tío se andaba con remilgos, y yo allí, deseando decirle: “Desembucha, chico, que es para hoy”, pero claro, había que sujetarse, darle confianza. Y yo que me había pensado que era la más tímida del mundo... Está visto que a todo hay quien gane.
 

20- (Y ÚLTIMA) SÓLO SE VIVE UNA VEZ

  -¡Se va, Puri, se va!
  De este modo tan alarmante entró Marta al día siguiente en casa.
  Afortunadamente era sábado y no había que ir a trabajar, así que había decidido quedarme en la cama hasta bien tarde, no tenía 
ninguna razón para salir de ella, mi estado de ánimo oscilaba entre mal y muy mal, pero los timbrazos en la puerta me hicieron  espabilarme por completo.
  -¿Qué pasa? ¿Quién se va?
   Yo no entendía nada, estaba medio aturdida todavía y además, tenía muchas cosas que decirle a Marta, había pensado tanto en lo verde que la iba a poner por haberle dicho a Mario todo aquello, que cuando la vi llegar de aquella manera tan poco habitual en ella, me dejó desconcertada.
Marta es una persona que no conoce la tristeza, optimista hasta la médula, siempre ve la botella medio llena, y a su lado es casi imposible no dejarse arrastrar por el huracán de su personalidad. No era frecuente verla de aquella manera, fuera de sí, entre enfadada y preocupada, entre incrédula y molesta.

-Nelson se va a Venezuela, regresa a su país ¿qué te parece?
   Me parecía algo que se veía venir, porque él había llegado aquí con su compañía de Boys para hacer el espectáculo una temporada y punto, de todos era sabido que ese tipo de “chous” tenían que cambiarse cada poco porque la gente no quiere ver siempre lo mismo, los bailarines se “queman”, no es extraño con los calentones que cogen... Pero esto que a mí me parecía previsible, por lo visto, a ella no se lo parecía tanto, y llegada la hora de la verdad, el disgusto o el cabreo que tenía, era mayúsculo.